Vuelvo a las andadas. Sigo guiándome por caprichos y no preocupándome por nadie. ¿Cuándo he dejado de ser víctima para ser verdugo? ¿Seré ahora, después de tantos años, una de esas personas a las que he odiado tanto y que me hicieron sufrir? No tengo respuesta. Al fin y al cabo, todos hemos sido alguna vez lobo y cordero. Y, para qué negarlo, la sensación de poder es atrayente, desafiante, excitante. Quizá todo sea un ciclo, un conjunto de vidas que se mezclan en un tango vertiginoso. Ya he aceptado las reglas, háganme un sitio. Voy a bailar un rato.
"La guitarra en el ropero todavia esta colgada, nadie en ella canta nada ni hace sus cuerdas vibrar.
Y la lámpara del cuarto también tu ausencia ha sentido, por que su luz no ha querido mi noche triste alumbrar".

No hay comentarios:
Publicar un comentario