domingo, octubre 16, 2011

Es evidente aunque no lo creas.

Salir. Coger unos auriculares enredados, conectar el reproductor. En el rellano las luces están apagadas, mejor así. Tomar aire, abrir la puerta. Flotar. Cruzar una calle y pasear sin rumbo. Comprar. Pedir mechero, costumbre, rutina. Seguir andando. El cinturón me hace gordo, me pillaré la camiseta. Derivar por la calle repleta de establecimientos. Siempre hay gente en esta ciudad. Unos comen, otros fuman, otros se quieren. Se demuestran que en esta variación de realidad quieren una verdad que les llene. Descubrir lugares nuevos, escaparates encendidos. Cambiar de canción, querer no pensar. Todo el mundo parece encontrar su hueco. Mirar a los ojos ocultos tras unas gafas de sol. Recordar que no te has peinado, que no importa. Eres tú y eres tú.  Y llegar a la conclusión de que quizá nadie tenga un lugar real, sino que estamos aquí para encontrar a personas, no a refugios. Y por eso aquí estoy. Nada de lo que hagamos hoy será relevante. Los domingos se hicieron para olvidar, para pedir perdón y para tomar aire. Todo volverá a comenzar mañana.

2 comentarios:

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  2. Siento discrepar, pero cada cosa que hacemos...cuenta, sino no nos llevaría a encontrarnos a otras personas y no podríamos perder el domingo en tratar de olvidar. No se trata de comenzar, sino de continuar, asumir, digerir.

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