domingo, enero 29, 2012

Piloto de energía

A veces, más muchas que pocas, imagino como sería conducir un coche oxidado. El olor tiene que ser un tanto insufrible, pero qué bonito sentir algo entre tus manos que tiene tanta vida, de alguna u otra manera robada por el tiempo, pero no por ello menos vida. Y esa energía, casi torcida, respondiendo. Seguramente lo hará, aunque no fabriquen las piezas, la antigua escuela siempre resistió bien.  Pero lo que sí recuerdo es haber pensado durante años qué habría pasado si mi camino se hubiese recorrido paralelo al de otros, aparentemente triunfadores, mitos para mí, no tanto quizá, pero si más de lo que me considero. Haber ramificado mi árbol hacia otros lares que, por poblados, pensé que no tendrían cabida para mí. Ahora esos parajes frondosos, sí, frondosos, se ven desde mi perspectiva como inconquistables. -¿Es hora de saltar de árbol en árbol hasta encontrar otra manada? (Dijo él, sentado en su sillón roto, con sus gafas de pasta de mala calidad y entre humo cancerígeno). Mientras tanto, sigo aquí entre estas luces de neón, que a la par me ciegan y me aburren, me insensibiliza tanto ruido luminoso.  Algo es algo dijo un calvo al encontrarse un peine sin púas. No recuerdo haber dormido aquí esta noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario